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Carta a El Mercurio, Hay que volver a los edificios

Señor Director:

La pandemia y los procesos sociales han atacado y degradado sin tregua la vida de millones de personas y Chile no ha sido la excepción. Una de las víctimas principales siguen siendo los centros históricos de las ciudades más importantes del país.

Santiago y Valparaíso, a pesar de su innegable relevancia cultural y política, son el emblema de la desidia culposa y del éxodo forzado por la inacción.

Los principales edificios públicos y las más relevantes construcciones privadas están cerradas al público, tapiadas hace casi tres años, rayadas y pintarrajeadas, como sufrientes indefensos y habitadas por muy pocas personas que aún tenemos la voluntad de creer que esta situación será superada y que primarán en algún futuro próximo el respeto, el orden, la disciplina y el propio aprecio por un trabajo y un entorno dignos.

Es posible. La recuperación de la Bolsa de Valores porteña hecha por la UTFSM y la reapertura tímida de la vida cultural en el centro de la capital son ejemplos para imitar y reforzar.

Parece que ya es tiempo de que los jueces vuelvan a sus tribunales y rehabiten el espacio público magnífico que pueden ser las cortes; los equipos del Gobierno copen sus edificios, y los ejecutivos de bancos y oficinas vuelvan a sus puestos de trabajo y dejen entrar la luz.

Hay que volver a los edificios, que son el lugar natural de las instituciones, recuperar su entorno, ya casi todos nosotros con las cuatro vacunas, incluso en modelos híbridos, haciendo lo mejor que podamos en beneficio del país.

Si a uno lo ven en su lugar natural de trabajo, otros harán lo mismo, y quienes así obren con responsabilidad y entrega, además de dar transparencia a sus acciones, podrán exigir que, de una vez por todas, los demás salgan de su pasividad o de su compasión inexplicable ante el deterioro y la indignidad que es claudicar por la comodidad, el miedo o la ventaja menor.

Fuente: El Mercurio